POP KILLS | 2010
Imaginemos que Elvis nunca sucedió. Al igual que los Rolling Stones, Blondie o quiene sea que la imaginería popular nos ofrezca. Lady Di. Esto parece un error de grupo. Diana no fue músico. Sólo fue la princesa de Gales. Pero no se puede negar el halo de belleza que había a su al rededor: aspiraciones, sí. Y también animal. Son casi totémicos para las masas. Ya que su conducta sólo podría explicarse gracias a un don felino, de reptil, etc… pero menos humano.
Warhol fue su primer retratista. Incluso su lata de Campbells parece que nos devuelve un guiño ansioso. Pero él ha muerto y ha dejado atrás de él una diferencia entre ser artista (en el término más romántico) y una estrella. Una cultura de masa: una Cultura Pop.
Sin embargo, no todo es acerca de la fama y su indiscutible mercantilismo. En realidad vivimos una memoria que sangra: golpeada por flashes fortuitos, paparazzi (profesionales de la vida ajena), incluso la cámara de celular. Warhol y mucha de la vieja escuela del Pop ha desaparecido hace más de 20 años. Por lo que no es responsable, solo como profeta, del consumo de imágenes de humana vida de los “artistas”, de las estrellas. Irónico.
Tal parece que el Pop mata. Es un estilo de vida cuyo precio es la vida misma. Significa agotarse en el papel periódico, revistas u otro medio para el público general.
Pop Kills de Jorge Bordello no solo apela a esta conclusión. Hace de la estética pop art un recurso para explicar su universo lleno de personas, objetos, experiencias que se desvanece por circunstancias ajenas a él: la muerte, el extravío, el olvido.
Pop Kills es el recorrido de una ofrenda, si es que a expresiones nacionales se puede apelar. Y también lo es porque la entrada es una instalación de calaveras de dulce y una colección de anuncios de perritos extraviados colocados de manera insistente sobre láminas de PVC. Esto es persistir antes que olvidar. La muerte es un hecho tangible para quien sigue vivo.
Beto Pérez
El Burdel, Arte Contemporáneo
Agosto 2011
Imaginemos que Elvis nunca sucedió. Al igual que los Rolling Stones, Blondie o quiene sea que la imaginería popular nos ofrezca. Lady Di. Esto parece un error de grupo. Diana no fue músico. Sólo fue la princesa de Gales. Pero no se puede negar el halo de belleza que había a su al rededor: aspiraciones, sí. Y también animal. Son casi totémicos para las masas. Ya que su conducta sólo podría explicarse gracias a un don felino, de reptil, etc… pero menos humano.
Warhol fue su primer retratista. Incluso su lata de Campbells parece que nos devuelve un guiño ansioso. Pero él ha muerto y ha dejado atrás de él una diferencia entre ser artista (en el término más romántico) y una estrella. Una cultura de masa: una Cultura Pop.
Sin embargo, no todo es acerca de la fama y su indiscutible mercantilismo. En realidad vivimos una memoria que sangra: golpeada por flashes fortuitos, paparazzi (profesionales de la vida ajena), incluso la cámara de celular. Warhol y mucha de la vieja escuela del Pop ha desaparecido hace más de 20 años. Por lo que no es responsable, solo como profeta, del consumo de imágenes de humana vida de los “artistas”, de las estrellas. Irónico.
Tal parece que el Pop mata. Es un estilo de vida cuyo precio es la vida misma. Significa agotarse en el papel periódico, revistas u otro medio para el público general.
Pop Kills de Jorge Bordello no solo apela a esta conclusión. Hace de la estética pop art un recurso para explicar su universo lleno de personas, objetos, experiencias que se desvanece por circunstancias ajenas a él: la muerte, el extravío, el olvido.
Pop Kills es el recorrido de una ofrenda, si es que a expresiones nacionales se puede apelar. Y también lo es porque la entrada es una instalación de calaveras de dulce y una colección de anuncios de perritos extraviados colocados de manera insistente sobre láminas de PVC. Esto es persistir antes que olvidar. La muerte es un hecho tangible para quien sigue vivo.
Beto Pérez
El Burdel, Arte Contemporáneo
Agosto 2011