Dos dedos de frentes
Al igual que en otros lugares, los artistas en Tlaxcala se agrupan. En nuestro caso la mayoría prefiere agruparse en torno a la figura de la institución publica. Concretamente del Instituto Tlaxcalteca de Cultura, el Instituto Tlaxcalteca de la Juventud, la UAT y los gobiernos municipales. Dicha asociación no supone necesariamente cooptaciones en la libertad de ideas, de hecho es el sistema de difusión que los artistas hemos formulado el que resulta entrópico. No es para sorprenderse que los más jóvenes y los proyectos más modestos acudan a casas de cultura como espacio de exhibición, pues la relativa apertura y la inmediatez del trato les facilita enormemente la gestión. Lo que debería sorprendernos es que un pintor con 30 años de trayectoria exhiba después del estudiante, por enésima vez, para el mismo público y con la misma obra.
El detalle es el artista. Es él quien elige la -no- alternativa de los localismos y lalegitimación institucional. Elige la cercanía: estudiar acá y no fuera del estado; “prepararse"
tres años en talleres para después irse a La Esmeralda -pero quedarse de cualquier modo-; no gestionar espacios distintos; condicionar su producción a la obtención de becas, etc. Estas elecciones encuentran concordancias en otros y muchas veces devienen en colectivos o frentes que asumen la misma estrategia que tomarían en lo individual. Es decir, que se presentarán como un frente con una identidad distinta a los demás y proclamarán con fuerza su consigna. No obstante lo harán frente al mismo público que el artista/colectivo anterior. En el paradigma de la discusión a través del arte, ¿qué caso tiene la enunciación de lemas cuando estos sólo tienen réplica en otros lemas? Alinearse a una visión con algunos otros no es crear comunidad. Es asegurar audiencia.
Uno de los problemas más graves de la animación cultural en Tlaxcala es la cautividad del público. La escasez dirige a los públicos a los mismos espacios a los que inamoviblemente acuden los artistas. Lo mismo asistirán a una exposición decorativa del tradicionalista Antonio Delmar que una pieza sonora experimental como las de Tlaçoloni. Siendo optimistas: la variedad debería propiciar los criterios, pero en la realidad confunde al público existente y desdibuja la formación de uno nuevo. Nuestros públicos están escuchando todas las consignas pero no se apropian del gusto de ninguna, si acaso de la más tradicional.
Incluso los -pocos- grupos que cuentan con cierta independencia dirigen sus esfuerzos a los mismo públicos de la institución que deberían contrapesar. El Burdel, Arte Contemporáneo operó como único espacio de exhibición alternativo muy pocos años. Durante su corta viva albergó muchas de estas llamadas consignas y erróneamente intentó liderarlas a través de largos cabildeos que se deshacían entre sensibilidades y orgullos. Nuestro proyecto también erró al intentar convencer al público de la institución pública de cambiar de bando y comulgar con una propuesta que en principio se mantenía al margen del programa cultural del Estado. En los otros frentes de profesionales sólo encontramos una sentencia, un lugar común: seríamos “creadores que no llegaban a los treinta y (con) ese dejo de joven progre de colonia acomodada” -escribía Iván Farías en 2011- y eso les decepcionaba.
Entonces ¿Quién gana cuando un espacio independiente cierra por la indiferencia del llamado gremio? ¿Cuántos públicos se crean cuando un alumno del TIPAV pasa directamente al Acervo del Estado a través de un concurso que organiza el órgano al que pertenece su escuela? ¿A cuántas personas salva un mural si le pintas el logo de una paloma a un lado? ¿Cuántos frentes caben en un isla si estos sólo miden dos dedos?
Culturalmente hablando, Tlaxcala es insular. Se conforma por cuerpos cómodos y escasamente habitados. Les circundan brechas poco profundas en las que todos nadan pero
nadie pesca. Para viajar de isla en isla debes hacerlo en silencio, rendir tributo al rey ni bien hayas llegado, aprender la lengua local -olvidar la anterior- y negar la existencia de otras islas a menos que estés listo para marcharte.
Suplemento cultural ARTERIA | El Sol de Tlaxcala
21 de abril del 2015
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Al igual que en otros lugares, los artistas en Tlaxcala se agrupan. En nuestro caso la mayoría prefiere agruparse en torno a la figura de la institución publica. Concretamente del Instituto Tlaxcalteca de Cultura, el Instituto Tlaxcalteca de la Juventud, la UAT y los gobiernos municipales. Dicha asociación no supone necesariamente cooptaciones en la libertad de ideas, de hecho es el sistema de difusión que los artistas hemos formulado el que resulta entrópico. No es para sorprenderse que los más jóvenes y los proyectos más modestos acudan a casas de cultura como espacio de exhibición, pues la relativa apertura y la inmediatez del trato les facilita enormemente la gestión. Lo que debería sorprendernos es que un pintor con 30 años de trayectoria exhiba después del estudiante, por enésima vez, para el mismo público y con la misma obra.
El detalle es el artista. Es él quien elige la -no- alternativa de los localismos y lalegitimación institucional. Elige la cercanía: estudiar acá y no fuera del estado; “prepararse"
tres años en talleres para después irse a La Esmeralda -pero quedarse de cualquier modo-; no gestionar espacios distintos; condicionar su producción a la obtención de becas, etc. Estas elecciones encuentran concordancias en otros y muchas veces devienen en colectivos o frentes que asumen la misma estrategia que tomarían en lo individual. Es decir, que se presentarán como un frente con una identidad distinta a los demás y proclamarán con fuerza su consigna. No obstante lo harán frente al mismo público que el artista/colectivo anterior. En el paradigma de la discusión a través del arte, ¿qué caso tiene la enunciación de lemas cuando estos sólo tienen réplica en otros lemas? Alinearse a una visión con algunos otros no es crear comunidad. Es asegurar audiencia.
Uno de los problemas más graves de la animación cultural en Tlaxcala es la cautividad del público. La escasez dirige a los públicos a los mismos espacios a los que inamoviblemente acuden los artistas. Lo mismo asistirán a una exposición decorativa del tradicionalista Antonio Delmar que una pieza sonora experimental como las de Tlaçoloni. Siendo optimistas: la variedad debería propiciar los criterios, pero en la realidad confunde al público existente y desdibuja la formación de uno nuevo. Nuestros públicos están escuchando todas las consignas pero no se apropian del gusto de ninguna, si acaso de la más tradicional.
Incluso los -pocos- grupos que cuentan con cierta independencia dirigen sus esfuerzos a los mismo públicos de la institución que deberían contrapesar. El Burdel, Arte Contemporáneo operó como único espacio de exhibición alternativo muy pocos años. Durante su corta viva albergó muchas de estas llamadas consignas y erróneamente intentó liderarlas a través de largos cabildeos que se deshacían entre sensibilidades y orgullos. Nuestro proyecto también erró al intentar convencer al público de la institución pública de cambiar de bando y comulgar con una propuesta que en principio se mantenía al margen del programa cultural del Estado. En los otros frentes de profesionales sólo encontramos una sentencia, un lugar común: seríamos “creadores que no llegaban a los treinta y (con) ese dejo de joven progre de colonia acomodada” -escribía Iván Farías en 2011- y eso les decepcionaba.
Entonces ¿Quién gana cuando un espacio independiente cierra por la indiferencia del llamado gremio? ¿Cuántos públicos se crean cuando un alumno del TIPAV pasa directamente al Acervo del Estado a través de un concurso que organiza el órgano al que pertenece su escuela? ¿A cuántas personas salva un mural si le pintas el logo de una paloma a un lado? ¿Cuántos frentes caben en un isla si estos sólo miden dos dedos?
Culturalmente hablando, Tlaxcala es insular. Se conforma por cuerpos cómodos y escasamente habitados. Les circundan brechas poco profundas en las que todos nadan pero
nadie pesca. Para viajar de isla en isla debes hacerlo en silencio, rendir tributo al rey ni bien hayas llegado, aprender la lengua local -olvidar la anterior- y negar la existencia de otras islas a menos que estés listo para marcharte.
Suplemento cultural ARTERIA | El Sol de Tlaxcala
21 de abril del 2015
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