Cuándo sucede el arte (Parte 6)
Entrevista con Gabriel Figueroa Flores, Colección Gabriel Figueroa
La obra de Gabriel Figueroa implica una buena parte de la representación patriótica y cultural del México moderno. Independientemente de las -recurrentemente- melodramáticas historias del Cine de Oro Mexicano, la propuesta estética de Figueroa es reconocible a simple vista, se evoca constantemente en nuestra memoria y -como dijera Carlos Monsivaís- mantiene una intrínseca relación con el orgullo de ser mexicano, relación que necesariamente rebasa al nombre del autor.
Si bien la importancia de la fotografía de Gabriel Figueroa es enunciada constantemente, sus memorias aparecen diseminadas entre instituciones y particulares tan distintos en sus perfiles como en los objetivos que persiguen. Una de estas memorias concentradas pertenece a su hijo Gabriel Figueroa Flores, quien además de acumular objetos no-fílmicos, vestigios familiares y anécdotas trasnacionales ha maleado la materialidad de la fotografía de su padre, estando el primero más que inmerso en los lenguajes y posibilidades de la era digital.
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Cuantitativamente hablando, ¿cómo se balancea la ubicación del archivo de tu padre? ¿hay más memorias en instituciones públicas de lo que hay en la colección?
Mi padre fue parte de unaindustria -la industria del cine- que trabaja a través de compañías productoras, muchas de ellas se quedaron con películas y documentación sobre la obra de mi padre. Él hizo unas 235 películas, hace unos 20 años Televisa compró 32. Las demás están repartidas con diferentes gentes o se perdieron directamente en el incendio de la Cineteca. Tal vez haya unas 150 diseminadas entre IMCINE, La Filmoteca de la UNAM, productores particulares, en lo que fue Azteca Films. Yo no soy dueño de ninguna de las películas. La Colección Gabriel Figueroa consta de objetos, documentos, fotografías, negativos originales y tirillas de prueba, mi padre les coleccionó con profesionalismo y obsesión histórica porque él siempre supo que su trabajo era importante.
Entonces hablamos de un bagaje histórico que da contexto a su trabajo en el cine
Es una colección hecha por un artista de las cosas que le interesaban. Lo mismo pueden ser libros, artículos, filminas, datos técnicos de época. Ahora, lo que yo he hecho es tratar de preservarlo pero no sólo eso: En algún momento mi padre pensó que le iban a hacer una monografía cuando se cumplieran los 50 años de su trabajo, sí le hicieron un gran homenaje en la Cineteca Nacional, pero tuvo la inquietud de dejar algo impreso -no nada más filmado-, que se le hiciera un homenaje a través de un libro -cosa que nunca sucedió-. Sin embargo, a inicios de los años ochenta comenzamos el proyecto de recuperar algunas de las miles de filminas que conservó. En ese cuadrito de película se puede ver atrapado el dinamismo de cada escena aún sin movimiento, por eso son tan especiales. El proceso se convirtió en una colección de unas 400 imágenes diferentes de sus mejores momentos en el cine. Los dividimos en cinco temas fuertes en su trabajo: el paisaje, la perspectiva, el claroscuro, los retratos y los escorzos.
¿Que importancia tiene que seas tú -su hijo- quién administra estos objetos y no alguien más?
Pues no existiría la colección si yo no hubiera reconocido la importancia histórica de estos materiales. El gobierno está rebasado y esta es una colección muy pequeña -en su cantidad, no es su calidad- para ser considerada. No es el Archivo Casasola o no es la colección de 30 mil negativos de Manuel Álvarez Bravo, aunque también está custodiada por la familia, no por el Estado.
¿Cómo se relaciona la Colección GF con otras colecciones especializadas en tu padre?
Como te decía yo no tengo control sobre los derechos de las películas. Eso lo tiene Televisa, quien ha cobrado interés en los últimos años en proponer la figura de Gabriel Figueroa como un artista importante dentro de su institución privada. En este caso, mi relación con Televisa es de colaboración -en el mejor de los casos- para poder hacer que esa figura artística sea apreciada en distintas dimensiones a través de las exposiciones que formulan. También adquirieron una bodega completa con otros objetos y archivos, entonces eso pasa a ser narración de su historia de Gabriel Figueroa.
¿La narrativa que promueve esta productora te parece acertada o tú tienes otra concepción?
Lo que te puedo decir de Televisa es que hacen las cosas muy bien, porque tienen muchos recursos. Contratan a gente profesional en la curaduría para las exposiciones, cada exposición de obra de Gabriel Figueroa tiene un giro distinto, pero ese giro tiene que ver con resaltar las colecciones de fotografía de Televisa, por ejemplo, toman una imagen del final de “Enamorada” donde se ve el Popocatépetl detrás, toman esa foto insignia y ponen detrás todas las versiones fotográficas del Popocatépetl que tienen en su colección. Siempre es una relación en donde existe esta parte del poder de la institución y del particular que heredó.
¿Qué objetivos específicos persigue la colección?
Preservarla, prácticamente es la conservación. Después está la vena estética de la obra, sin ella nadie se fijaría en su figura. Ahora puedes ver una fotografía de nuestro archivo y reconocerla como una imagen de Gabriel Figueroa, pero a lo mejor no viste la película. En ese sentido he regresado a mi padre a sus orígenes como fotógrafo, no cinematógrafo. Es un fenómeno interesante porque prácticamente ningún cinematógrafo coleccionó sus fílminas o no hicieron nada con ellas, no lo hemos visto. Ni Vittorio Storano, ni Pepino Rotunno, ni Gregg Toland se han aproximado a dejar una memoria impresa de sus imágenes.
¿Qué implicaciones tiene que un fotógrafo sumergido en la era digital trabaje con la obra de un cinematógrafo del llamado cine de oro?
Se tiene que hablar de la interpretación de la imagen, yo no estoy siendo literal a la hora tomar un cuadrito de película, digitalizarlo, editarlo e imprimirlo después. Implica que ese cuadrito de película estaba diseñado para verse en movimiento con otros 23 cuadritos por segundo. Cuando tú la ves en pantalla mantienes en tu memoria un recuerdo de la escena que recién pasó. Cuando congelas un cuadro y lo miras fijamente -no a otros- tu memoria trabaja de otra manera. De lo que me tengo que asegurar es que cada vez que interpreto una imagen de mi padre, ésta refleje el sentido estético que él le imprimió, para eso debo ajustarla, debo darle esa ilusión de tridimensionalidad. Me han ninguneado muchas veces las interpretaciones argumentando que ese sentido no es lo más importante, pero yo me pregunto: si lo único que dejaron Bach y Mozart fue escrito -no dejaron grabaciones-, si el mundo del arte -musical y escénico- se basa en que hay intérpretes que pueden regresar un sentido estético profundo a una pieza, lo mismo puede pasar en la fotografía.
Respecto a su materialidad, ¿qué estrategias demanda la conservación de la colección?
En nitrato es un material volátil, no tiene palabra, lo mismo puede durar 20 que 50 años. Las 20 mil tirillas que tengo -como me dicen los conservadores- aquí viven a gusto hasta que dejen de hacerlo. Pero hay muchos otros materiales interesantes menos propensos a desaparecer. El sistema es más bien de almacenaje. El archivo lo uso casi exclusivamente yo -además de Televisa- pues nadie lo consulta, no sé porqué, tal vez no resulta interesante o su existencia no es tan evidente. En cierto modo estoy esperando a que alguien tome encargo de organizar esta colección de otra manera, tal vez alguien con más imaginación que la refresque en cuanto a sus conceptos.
Además de su trabajo son importantes las memorias de sus relaciones.
Tenemos una historia muy rica en ese sentido. En ese momento él ya era una figura internacional aunque prácticamente no hizo películas fuera de México -cuando mucho 20-.
Cómo pasan a tu control todos los objetos, ¿tenían algún grado de sistematización?
Yo no tenía intenciones de recibir ninguna herencia, me parecía que con el buen nombre, educación y oficio que me dio era suficiente. Sí le pedí que me diera acceso a su obra, y ya en su testamento señala que me deja todo lo relacionado con su trabajo. Mi papá era un hombre ordenado, pero nada más. Hizo álbum de fotografías desde el inicio hasta el último año de su carrera, de pronto tiene anotaciones y señas. En algún momento contó con alguien que hacía una tesis en cine, quien clasificó y formuló una base de datos de todas las películas que había hecho y de los premios que alguna vez ganó. También hay una biblioteca. Pero todo lo recibí, digamos, por pedacería.
¿Las salidas públicas que circulan - exhibiciones, editoriales, programaciones en televisión y salas de cine- son suficientes para entender la obra de Gabriel Figueroa?
En un principio sí, pero desde luego faltarían muchas cosas, por ejemplo, que yo sepa nadie más ha escrito sobre la fotografía en las películas de Buñuel en México -hechas por mi padre-. Como si la fotografía se quedara en el anecdotario.
¿Qué sería esencialmente distinto en el archivo si pasara a ser parte de una institución?
Para empezar tendría una base de datos más profunda, una institución tendría esa obligación. Una clasificación objeto por objeto. Televisa me ha ayudado un poco a hacerlo, digamos en saber cuántas cartas hay, de qué año, de quién son, en qué estado se encuentran. Eso es lo que esperaría, una base de datos que pudiera tener referencias cruzadas que conecten unas cosas con otras, una colección con otra. Poder volver a tejer la historia del cine nacional o de una manera de hacer cine.
Leí en un texto tuyo que “las herencias son de quién las trabaja” y que “entender un legado es una manera de continuar con una tradición”, en cierto modo la obra de Gabriel Figueroa es herencia y legado de todos los mexicanos, ¿que podríamos hacer para trabajarla y para entenderla?
Pues mira, el Mahabarata -la épica hindú- dice que la locura es no recordar de dónde vienes, haber olvidado el camino. A mí lo que me preocupa es que las nuevas generaciones no le tomen en cuenta. En el país tenemos una deuda histórica con todas las épocas, de aquí a que lleguen a la Colección a lo mejor será muy tarde o ya estará distorsionada. No soy purista, no creo que se deba recordar a Gabriel Figueroa de una sola manera, no es que la forma en que yo veo a mi padre sea la correcta y lo que hace Televisa es incorrecto, eso no es cierto, él es una figura pública. No hay una manera de esperar que se comporte la historia o la gente dentro de la historia. Creo que un clásico es quien hace sentido en su tiempo y sigue haciendo sentido después. Si la figura de Gabriel Figueroa sobrevive es porque a la sociedad le parece suficientemente importante preservar su memoria, porque le sirve y le compete.
Suplemento cultural ARTERIA | El Sol de Tlaxcala
23 de junio de 2015
Entrevista con Gabriel Figueroa Flores, Colección Gabriel Figueroa
La obra de Gabriel Figueroa implica una buena parte de la representación patriótica y cultural del México moderno. Independientemente de las -recurrentemente- melodramáticas historias del Cine de Oro Mexicano, la propuesta estética de Figueroa es reconocible a simple vista, se evoca constantemente en nuestra memoria y -como dijera Carlos Monsivaís- mantiene una intrínseca relación con el orgullo de ser mexicano, relación que necesariamente rebasa al nombre del autor.
Si bien la importancia de la fotografía de Gabriel Figueroa es enunciada constantemente, sus memorias aparecen diseminadas entre instituciones y particulares tan distintos en sus perfiles como en los objetivos que persiguen. Una de estas memorias concentradas pertenece a su hijo Gabriel Figueroa Flores, quien además de acumular objetos no-fílmicos, vestigios familiares y anécdotas trasnacionales ha maleado la materialidad de la fotografía de su padre, estando el primero más que inmerso en los lenguajes y posibilidades de la era digital.
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Cuantitativamente hablando, ¿cómo se balancea la ubicación del archivo de tu padre? ¿hay más memorias en instituciones públicas de lo que hay en la colección?
Mi padre fue parte de unaindustria -la industria del cine- que trabaja a través de compañías productoras, muchas de ellas se quedaron con películas y documentación sobre la obra de mi padre. Él hizo unas 235 películas, hace unos 20 años Televisa compró 32. Las demás están repartidas con diferentes gentes o se perdieron directamente en el incendio de la Cineteca. Tal vez haya unas 150 diseminadas entre IMCINE, La Filmoteca de la UNAM, productores particulares, en lo que fue Azteca Films. Yo no soy dueño de ninguna de las películas. La Colección Gabriel Figueroa consta de objetos, documentos, fotografías, negativos originales y tirillas de prueba, mi padre les coleccionó con profesionalismo y obsesión histórica porque él siempre supo que su trabajo era importante.
Entonces hablamos de un bagaje histórico que da contexto a su trabajo en el cine
Es una colección hecha por un artista de las cosas que le interesaban. Lo mismo pueden ser libros, artículos, filminas, datos técnicos de época. Ahora, lo que yo he hecho es tratar de preservarlo pero no sólo eso: En algún momento mi padre pensó que le iban a hacer una monografía cuando se cumplieran los 50 años de su trabajo, sí le hicieron un gran homenaje en la Cineteca Nacional, pero tuvo la inquietud de dejar algo impreso -no nada más filmado-, que se le hiciera un homenaje a través de un libro -cosa que nunca sucedió-. Sin embargo, a inicios de los años ochenta comenzamos el proyecto de recuperar algunas de las miles de filminas que conservó. En ese cuadrito de película se puede ver atrapado el dinamismo de cada escena aún sin movimiento, por eso son tan especiales. El proceso se convirtió en una colección de unas 400 imágenes diferentes de sus mejores momentos en el cine. Los dividimos en cinco temas fuertes en su trabajo: el paisaje, la perspectiva, el claroscuro, los retratos y los escorzos.
¿Que importancia tiene que seas tú -su hijo- quién administra estos objetos y no alguien más?
Pues no existiría la colección si yo no hubiera reconocido la importancia histórica de estos materiales. El gobierno está rebasado y esta es una colección muy pequeña -en su cantidad, no es su calidad- para ser considerada. No es el Archivo Casasola o no es la colección de 30 mil negativos de Manuel Álvarez Bravo, aunque también está custodiada por la familia, no por el Estado.
¿Cómo se relaciona la Colección GF con otras colecciones especializadas en tu padre?
Como te decía yo no tengo control sobre los derechos de las películas. Eso lo tiene Televisa, quien ha cobrado interés en los últimos años en proponer la figura de Gabriel Figueroa como un artista importante dentro de su institución privada. En este caso, mi relación con Televisa es de colaboración -en el mejor de los casos- para poder hacer que esa figura artística sea apreciada en distintas dimensiones a través de las exposiciones que formulan. También adquirieron una bodega completa con otros objetos y archivos, entonces eso pasa a ser narración de su historia de Gabriel Figueroa.
¿La narrativa que promueve esta productora te parece acertada o tú tienes otra concepción?
Lo que te puedo decir de Televisa es que hacen las cosas muy bien, porque tienen muchos recursos. Contratan a gente profesional en la curaduría para las exposiciones, cada exposición de obra de Gabriel Figueroa tiene un giro distinto, pero ese giro tiene que ver con resaltar las colecciones de fotografía de Televisa, por ejemplo, toman una imagen del final de “Enamorada” donde se ve el Popocatépetl detrás, toman esa foto insignia y ponen detrás todas las versiones fotográficas del Popocatépetl que tienen en su colección. Siempre es una relación en donde existe esta parte del poder de la institución y del particular que heredó.
¿Qué objetivos específicos persigue la colección?
Preservarla, prácticamente es la conservación. Después está la vena estética de la obra, sin ella nadie se fijaría en su figura. Ahora puedes ver una fotografía de nuestro archivo y reconocerla como una imagen de Gabriel Figueroa, pero a lo mejor no viste la película. En ese sentido he regresado a mi padre a sus orígenes como fotógrafo, no cinematógrafo. Es un fenómeno interesante porque prácticamente ningún cinematógrafo coleccionó sus fílminas o no hicieron nada con ellas, no lo hemos visto. Ni Vittorio Storano, ni Pepino Rotunno, ni Gregg Toland se han aproximado a dejar una memoria impresa de sus imágenes.
¿Qué implicaciones tiene que un fotógrafo sumergido en la era digital trabaje con la obra de un cinematógrafo del llamado cine de oro?
Se tiene que hablar de la interpretación de la imagen, yo no estoy siendo literal a la hora tomar un cuadrito de película, digitalizarlo, editarlo e imprimirlo después. Implica que ese cuadrito de película estaba diseñado para verse en movimiento con otros 23 cuadritos por segundo. Cuando tú la ves en pantalla mantienes en tu memoria un recuerdo de la escena que recién pasó. Cuando congelas un cuadro y lo miras fijamente -no a otros- tu memoria trabaja de otra manera. De lo que me tengo que asegurar es que cada vez que interpreto una imagen de mi padre, ésta refleje el sentido estético que él le imprimió, para eso debo ajustarla, debo darle esa ilusión de tridimensionalidad. Me han ninguneado muchas veces las interpretaciones argumentando que ese sentido no es lo más importante, pero yo me pregunto: si lo único que dejaron Bach y Mozart fue escrito -no dejaron grabaciones-, si el mundo del arte -musical y escénico- se basa en que hay intérpretes que pueden regresar un sentido estético profundo a una pieza, lo mismo puede pasar en la fotografía.
Respecto a su materialidad, ¿qué estrategias demanda la conservación de la colección?
En nitrato es un material volátil, no tiene palabra, lo mismo puede durar 20 que 50 años. Las 20 mil tirillas que tengo -como me dicen los conservadores- aquí viven a gusto hasta que dejen de hacerlo. Pero hay muchos otros materiales interesantes menos propensos a desaparecer. El sistema es más bien de almacenaje. El archivo lo uso casi exclusivamente yo -además de Televisa- pues nadie lo consulta, no sé porqué, tal vez no resulta interesante o su existencia no es tan evidente. En cierto modo estoy esperando a que alguien tome encargo de organizar esta colección de otra manera, tal vez alguien con más imaginación que la refresque en cuanto a sus conceptos.
Además de su trabajo son importantes las memorias de sus relaciones.
Tenemos una historia muy rica en ese sentido. En ese momento él ya era una figura internacional aunque prácticamente no hizo películas fuera de México -cuando mucho 20-.
Cómo pasan a tu control todos los objetos, ¿tenían algún grado de sistematización?
Yo no tenía intenciones de recibir ninguna herencia, me parecía que con el buen nombre, educación y oficio que me dio era suficiente. Sí le pedí que me diera acceso a su obra, y ya en su testamento señala que me deja todo lo relacionado con su trabajo. Mi papá era un hombre ordenado, pero nada más. Hizo álbum de fotografías desde el inicio hasta el último año de su carrera, de pronto tiene anotaciones y señas. En algún momento contó con alguien que hacía una tesis en cine, quien clasificó y formuló una base de datos de todas las películas que había hecho y de los premios que alguna vez ganó. También hay una biblioteca. Pero todo lo recibí, digamos, por pedacería.
¿Las salidas públicas que circulan - exhibiciones, editoriales, programaciones en televisión y salas de cine- son suficientes para entender la obra de Gabriel Figueroa?
En un principio sí, pero desde luego faltarían muchas cosas, por ejemplo, que yo sepa nadie más ha escrito sobre la fotografía en las películas de Buñuel en México -hechas por mi padre-. Como si la fotografía se quedara en el anecdotario.
¿Qué sería esencialmente distinto en el archivo si pasara a ser parte de una institución?
Para empezar tendría una base de datos más profunda, una institución tendría esa obligación. Una clasificación objeto por objeto. Televisa me ha ayudado un poco a hacerlo, digamos en saber cuántas cartas hay, de qué año, de quién son, en qué estado se encuentran. Eso es lo que esperaría, una base de datos que pudiera tener referencias cruzadas que conecten unas cosas con otras, una colección con otra. Poder volver a tejer la historia del cine nacional o de una manera de hacer cine.
Leí en un texto tuyo que “las herencias son de quién las trabaja” y que “entender un legado es una manera de continuar con una tradición”, en cierto modo la obra de Gabriel Figueroa es herencia y legado de todos los mexicanos, ¿que podríamos hacer para trabajarla y para entenderla?
Pues mira, el Mahabarata -la épica hindú- dice que la locura es no recordar de dónde vienes, haber olvidado el camino. A mí lo que me preocupa es que las nuevas generaciones no le tomen en cuenta. En el país tenemos una deuda histórica con todas las épocas, de aquí a que lleguen a la Colección a lo mejor será muy tarde o ya estará distorsionada. No soy purista, no creo que se deba recordar a Gabriel Figueroa de una sola manera, no es que la forma en que yo veo a mi padre sea la correcta y lo que hace Televisa es incorrecto, eso no es cierto, él es una figura pública. No hay una manera de esperar que se comporte la historia o la gente dentro de la historia. Creo que un clásico es quien hace sentido en su tiempo y sigue haciendo sentido después. Si la figura de Gabriel Figueroa sobrevive es porque a la sociedad le parece suficientemente importante preservar su memoria, porque le sirve y le compete.
Suplemento cultural ARTERIA | El Sol de Tlaxcala
23 de junio de 2015