Cuándo sucede el arte (Parte 3)
Entrevista con Elena Tellez Merino, Jefa de la Biblioteca Ángeles Espinosa Yglesias, Museo Amparo
El Museo Amparo en la ciudad de Puebla ha sufrido una transformación tanto física como simbólica. En los últimos años su programación curatorial empezó a incluir necesarias revisiones de la obra de artistas mexicanos modernos -como Manuel Álvarez Bravo y Katti Horna- y contemporáneos - como Carlos Amorales y Abraham Cruzvillegas-. Proyectos específicos como Fabiola de Francis Alÿs, integrada en las salas de arte virreinal, y el proyecto de reapropiación delarchivos locales Irretratabilidad / Ilegibilidad / Inestabilidad de Melani Smith y Frida Mateos. También hemos visto ambiciosas investigaciones de temporalidades recientes como Resisting the Present. México 2000 - 2012, curada por Angeline Scherf, Angeles Alonso y Maxime Hourdequin en colaboración con el Museé d’Art moderne de la Ville de Paris/ARC.
Los cambios en la arquitectura y los tránsitos en el espacio también han demandado un cambio paradigmático en sus funciones, que de alguna manera o de otra se relacionan con la colección de piezas prehispánicas y virreinales, trazando líneas naturales en la historia del arte mexicano. En este sentido, la Biblioteca Ángeles Espinosa Yglesias se enfrenta -junto al museo que la contiene- a un proceso de reconocimiento de nuevos horizontes en la formación de gustos, creación de públicos/lectores y procuración de memorias.
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¿Qué relación mantiene la biblioteca Ángeles Espinosa Yglesias con el Museo Amparo?
Como sabemos, el Amparo es un museo que difunde y estudia el arte mexicano, así mismo la biblioteca se especializa, precisamente, en arte e historia de México. Digamos que se unen principalmente en la temática de sus programas.
¿Mantienen una división en los ejes del arte prehispánico, virreinal y contemporáneo al igual que hace el Museo?
Tenemos una colección muy importante de arte prehispánico, sin embargo, últimamente hemos adquirido mucho material reciente. El Museo se ha interesado mucho por revisiones de arte contemporáneo. Una de las líneas que nos ayudan a decidir qué incluir en la colección es la conformación de un contexto, principalmente adquirimos bibliografía que trata directamente de los artistas en exposición. La idea es justo que los visitantes y usuarios puedan reforzar la experiencia de la sala en la biblioteca.
En ese sentido, ¿cómo funciona la relación entre la obra vista en las salas de exhibición y la lectura posterior de su memoria bibliográfica?
Aunque no mantenemos una relación directa con la edición de los catálogos de cada exposición y más bien funcionamos como receptores del material, entendemos ambas como complementarias y de gran importancia para nuestra dinámica. Nos permite vincular al público con otras lecturas, reforzar la información biográfica del artista. También hay información sobre los significados de la obra, esta se extiende más allá de la ficha que se fija en sala. La relación también hace más presente la existencia de la Biblioteca.
¿Qué hay de la importancia que tiene la existencia de figuras como las bibliotecas y centros de documentación dentro de la estructura del museo?
Al menos en nuestro caso, la biblioteca funge como un apoyo a las actividades académicas y de profesionalización que se hacen en el marco de los programas del Museo. Por ejemplo, si se hace la exposición de algún artista o de un tema en especial, los guías de sala vendrán a reforzar su relación con la obra, incluso el personal en general viene por curiosidad porque es la realidad en la que trabajan. Cuando tenemos cursos o diplomados el material se pone a disposición de los asistentes, si estamos en medio de un diplomado en Historia del Arte Mexicano del Siglo XIX, sacamos la bibliografía y la mostramos.
¿La naturaleza del acervo es completamente pública? es decir, ¿todo lo que hay en existencia está a disposición de ser consultado?
Sí, el acervo es muy vasto y especializado, si te das cuenta con lo primero que te vas a encontrar en el espacio es con arte, la colección le pertenece a un museo privado pero tiene la característica de ser gratuita y de estar abierta a cualquier persona que esté interesada en sus temáticas. Contemplamos desde niños hasta doctores e investigadores. Contamos con más de 10 mil 800 registros bibliográficos, más o menos 4 mil 500 revistas, códices mesoamericanos en facsímil, etc. También ha sido importante para nosotros manejar el concepto de material audiovisual. Desde 2006 se han realizado ruedas de prensa, cursos y diplomados que quedan registrados en formato de disco compacto y que son consultables en nuestro espacio.
Ante esta política de apertura ¿cómo se protege el material o cómo se procura su conservación?
Aunque nunca se ha presentado una situación de grave daño por parte de un usuario, el personal de la biblioteca sabe indicar cómo acercarse al material, cómo utilizarlo, dónde dejarlo para no interrumpir el sistema de clasificación. Además están las características inherentes a la infraestructura de la biblioteca -como la temperatura- y de los procesos químicos que procuran la conservación de las colecciones, especialmente las de siglos XVII y XVIII. En algunos casos los ejemplares se conservan también por su baja tasa de consulta, uno tendría que ser paleógrafo para leerlos e interpretarlos.
Como señalaste al principio, el Museo Amparo entiende al arte como una parte de la historia de México que bien podría partir -de manera tangente- del arte prehispánico para continuar con Pablo Vargas Lugo, ¿desde tu perspectiva cómo interactúan estas realidades?
Creo que la gente que nos visita se inclina aún por lo prehispánico, sobre todo por la colección de casi mil 700 piezas que tiene el Museo. Es muy reciente el interés de la dirección por el arte contemporáneo mexicano, es por eso que seguimos en la conformación y adquisición de material bibliográfico al respecto. Hasta hace poco no existía o era muy pequeña.
Uno de los varios objetivos que cumplen las bibliotecas en los museos es formativo, ¿el espacio ha servido para atraer y conservar nuevos públicos?
Sí, hemos adquirido nuevos públicos y eso nos da mucho gusto. Tenemos un plan de trabajo para la difusión del espacio a través de comunicación visual. Visitas y pláticas informativas a escuelas. Tenemos un programa constante de fomento a la lectura. Programas de canje con otros acervos. Como se trata de una biblioteca especializada muchos de nuestros usuarios son investigadores, también vienen chicos de secundaria y preparatoria ¡también de preescolar! precisamente gracias a los dos programas de fomento: Uno de cuentacuentos que se hace el último sábado de cada mes, y otro es un taller de lectura a través del arte para mayores de 10 años -en el mismo taller hemos tenido niños de 10 años y adultos de 50-. La colección infantil aunque pequeña, es conveniente. Muchos de los visitantes al museo son familias y difícilmente buscan material muy especializado.
Es muy importante que existan programas distintos dentro de una misma institución, por un lado veo que hay un programa de formación de públicos para el Museo, por otro está el esfuerzo de la Biblioteca por vincular a la gente literalmente con el libro…
Claro…y de adoptar el libro. La Biblioteca tiene eso muy presente a la hora de seleccionar, adquirir, ordenar, procesar y difundir el material. En nuestro boletín de adquisiciones verás tanto libros para niños como los Coloquios de Investigaciones Estéticas de la UNAM.
Creo que podemos estar de acuerdo en la importancia que tiene el libro en la conformación de la historia, ¿te parece que podemos hablar de historia del arte contemporáneo a través del material bibliográfico que arroja?
Desde mi perspectiva apenas la estamos creando. Es importante continuar con el esfuerzo que demanda ir a la par de otras bibliotecas y de lo que exhibe el museo en el que nos encontramos.
Suplemento cultural ARTERIA | El Sol de Tlaxcala
26 de mayo de 2015
Entrevista con Elena Tellez Merino, Jefa de la Biblioteca Ángeles Espinosa Yglesias, Museo Amparo
El Museo Amparo en la ciudad de Puebla ha sufrido una transformación tanto física como simbólica. En los últimos años su programación curatorial empezó a incluir necesarias revisiones de la obra de artistas mexicanos modernos -como Manuel Álvarez Bravo y Katti Horna- y contemporáneos - como Carlos Amorales y Abraham Cruzvillegas-. Proyectos específicos como Fabiola de Francis Alÿs, integrada en las salas de arte virreinal, y el proyecto de reapropiación delarchivos locales Irretratabilidad / Ilegibilidad / Inestabilidad de Melani Smith y Frida Mateos. También hemos visto ambiciosas investigaciones de temporalidades recientes como Resisting the Present. México 2000 - 2012, curada por Angeline Scherf, Angeles Alonso y Maxime Hourdequin en colaboración con el Museé d’Art moderne de la Ville de Paris/ARC.
Los cambios en la arquitectura y los tránsitos en el espacio también han demandado un cambio paradigmático en sus funciones, que de alguna manera o de otra se relacionan con la colección de piezas prehispánicas y virreinales, trazando líneas naturales en la historia del arte mexicano. En este sentido, la Biblioteca Ángeles Espinosa Yglesias se enfrenta -junto al museo que la contiene- a un proceso de reconocimiento de nuevos horizontes en la formación de gustos, creación de públicos/lectores y procuración de memorias.
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¿Qué relación mantiene la biblioteca Ángeles Espinosa Yglesias con el Museo Amparo?
Como sabemos, el Amparo es un museo que difunde y estudia el arte mexicano, así mismo la biblioteca se especializa, precisamente, en arte e historia de México. Digamos que se unen principalmente en la temática de sus programas.
¿Mantienen una división en los ejes del arte prehispánico, virreinal y contemporáneo al igual que hace el Museo?
Tenemos una colección muy importante de arte prehispánico, sin embargo, últimamente hemos adquirido mucho material reciente. El Museo se ha interesado mucho por revisiones de arte contemporáneo. Una de las líneas que nos ayudan a decidir qué incluir en la colección es la conformación de un contexto, principalmente adquirimos bibliografía que trata directamente de los artistas en exposición. La idea es justo que los visitantes y usuarios puedan reforzar la experiencia de la sala en la biblioteca.
En ese sentido, ¿cómo funciona la relación entre la obra vista en las salas de exhibición y la lectura posterior de su memoria bibliográfica?
Aunque no mantenemos una relación directa con la edición de los catálogos de cada exposición y más bien funcionamos como receptores del material, entendemos ambas como complementarias y de gran importancia para nuestra dinámica. Nos permite vincular al público con otras lecturas, reforzar la información biográfica del artista. También hay información sobre los significados de la obra, esta se extiende más allá de la ficha que se fija en sala. La relación también hace más presente la existencia de la Biblioteca.
¿Qué hay de la importancia que tiene la existencia de figuras como las bibliotecas y centros de documentación dentro de la estructura del museo?
Al menos en nuestro caso, la biblioteca funge como un apoyo a las actividades académicas y de profesionalización que se hacen en el marco de los programas del Museo. Por ejemplo, si se hace la exposición de algún artista o de un tema en especial, los guías de sala vendrán a reforzar su relación con la obra, incluso el personal en general viene por curiosidad porque es la realidad en la que trabajan. Cuando tenemos cursos o diplomados el material se pone a disposición de los asistentes, si estamos en medio de un diplomado en Historia del Arte Mexicano del Siglo XIX, sacamos la bibliografía y la mostramos.
¿La naturaleza del acervo es completamente pública? es decir, ¿todo lo que hay en existencia está a disposición de ser consultado?
Sí, el acervo es muy vasto y especializado, si te das cuenta con lo primero que te vas a encontrar en el espacio es con arte, la colección le pertenece a un museo privado pero tiene la característica de ser gratuita y de estar abierta a cualquier persona que esté interesada en sus temáticas. Contemplamos desde niños hasta doctores e investigadores. Contamos con más de 10 mil 800 registros bibliográficos, más o menos 4 mil 500 revistas, códices mesoamericanos en facsímil, etc. También ha sido importante para nosotros manejar el concepto de material audiovisual. Desde 2006 se han realizado ruedas de prensa, cursos y diplomados que quedan registrados en formato de disco compacto y que son consultables en nuestro espacio.
Ante esta política de apertura ¿cómo se protege el material o cómo se procura su conservación?
Aunque nunca se ha presentado una situación de grave daño por parte de un usuario, el personal de la biblioteca sabe indicar cómo acercarse al material, cómo utilizarlo, dónde dejarlo para no interrumpir el sistema de clasificación. Además están las características inherentes a la infraestructura de la biblioteca -como la temperatura- y de los procesos químicos que procuran la conservación de las colecciones, especialmente las de siglos XVII y XVIII. En algunos casos los ejemplares se conservan también por su baja tasa de consulta, uno tendría que ser paleógrafo para leerlos e interpretarlos.
Como señalaste al principio, el Museo Amparo entiende al arte como una parte de la historia de México que bien podría partir -de manera tangente- del arte prehispánico para continuar con Pablo Vargas Lugo, ¿desde tu perspectiva cómo interactúan estas realidades?
Creo que la gente que nos visita se inclina aún por lo prehispánico, sobre todo por la colección de casi mil 700 piezas que tiene el Museo. Es muy reciente el interés de la dirección por el arte contemporáneo mexicano, es por eso que seguimos en la conformación y adquisición de material bibliográfico al respecto. Hasta hace poco no existía o era muy pequeña.
Uno de los varios objetivos que cumplen las bibliotecas en los museos es formativo, ¿el espacio ha servido para atraer y conservar nuevos públicos?
Sí, hemos adquirido nuevos públicos y eso nos da mucho gusto. Tenemos un plan de trabajo para la difusión del espacio a través de comunicación visual. Visitas y pláticas informativas a escuelas. Tenemos un programa constante de fomento a la lectura. Programas de canje con otros acervos. Como se trata de una biblioteca especializada muchos de nuestros usuarios son investigadores, también vienen chicos de secundaria y preparatoria ¡también de preescolar! precisamente gracias a los dos programas de fomento: Uno de cuentacuentos que se hace el último sábado de cada mes, y otro es un taller de lectura a través del arte para mayores de 10 años -en el mismo taller hemos tenido niños de 10 años y adultos de 50-. La colección infantil aunque pequeña, es conveniente. Muchos de los visitantes al museo son familias y difícilmente buscan material muy especializado.
Es muy importante que existan programas distintos dentro de una misma institución, por un lado veo que hay un programa de formación de públicos para el Museo, por otro está el esfuerzo de la Biblioteca por vincular a la gente literalmente con el libro…
Claro…y de adoptar el libro. La Biblioteca tiene eso muy presente a la hora de seleccionar, adquirir, ordenar, procesar y difundir el material. En nuestro boletín de adquisiciones verás tanto libros para niños como los Coloquios de Investigaciones Estéticas de la UNAM.
Creo que podemos estar de acuerdo en la importancia que tiene el libro en la conformación de la historia, ¿te parece que podemos hablar de historia del arte contemporáneo a través del material bibliográfico que arroja?
Desde mi perspectiva apenas la estamos creando. Es importante continuar con el esfuerzo que demanda ir a la par de otras bibliotecas y de lo que exhibe el museo en el que nos encontramos.
Suplemento cultural ARTERIA | El Sol de Tlaxcala
26 de mayo de 2015