[ Notas 1 ]
I: Síntoma, cultura y cansancio.
Mi ex jefe llamó un viernes por la noche. El diseñador no había escrito bien Fürstenberg en una invitación. Después de señalarlo me invito a estar de su lado, pues yo podía aprender a “trabajar” si seguía sus consejos. Él -así lo cuenta- hace treinta años y con un préstamo de USD $8,500.00 empezó su negocio de antigüedades “desde abajo, sin la ayuda de nadie”.
Su llamada proviene desde uno de sus dos penthouses -heredados- sobre calle Campos Elíseos, Polanco. Sin embargo, no es la única, ni última verdad que pregona. Alberga, desde lo alto, arte novohispano, que además de vender, también son piezas exhibidas en museos, protagonistas de libros de texto gratuito y sus propios libros de (h)istoria.
II: Terreno de lucha.
Hace poco más de treinta años, la crisis económica de México determinaría un agotamiento en inversión educativa y cultural. Para 1988, el presidente Carlos Salinas busca reforzar estar pérdida en la creación del CONACULTA en un marco de políticas modernizadoras. El otro lado de la moneda ha sido la desregulación comercial, la liberalización política y la descentralización institucional.
III: Clase y cultura.
Para un productor cultural: ¿qué han sido estos treinta años de transición? ¿Por qué la balanza de la cultura (la Alta Cultura) sigue en favor de quien ya tiene beneficios acumulados? ¿Por qué la cultura -a través de sus instituciones- sigue siendo el discurso de la bellas artes que deja en la periferia a todas aquellas expresiones culturales no hegemónicas-canónicas-burguesas?
IV: Principio y fin.
La apertura del Museo Louvre en 1793 ha significado el traspaso de colecciones privadas de la aristocracia (los dirigentes del país) a “disfrute” público. El texto resaltado no es irónico. El paradigma legitimador es una pregunta: ¿cómo encontrar disfrute en un aparato civilizador generado en la acumulación despótica?
Mi ex jefe llamó un viernes por la noche. El diseñador no había escrito bien Fürstenberg en una invitación. Después de señalarlo me invito a estar de su lado, pues yo podía aprender a “trabajar” si seguía sus consejos. Él -así lo cuenta- hace treinta años y con un préstamo de USD $8,500.00 empezó su negocio de antigüedades “desde abajo, sin la ayuda de nadie”.
Su llamada proviene desde uno de sus dos penthouses -heredados- sobre calle Campos Elíseos, Polanco. Sin embargo, no es la única, ni última verdad que pregona. Alberga, desde lo alto, arte novohispano, que además de vender, también son piezas exhibidas en museos, protagonistas de libros de texto gratuito y sus propios libros de (h)istoria.
II: Terreno de lucha.
Hace poco más de treinta años, la crisis económica de México determinaría un agotamiento en inversión educativa y cultural. Para 1988, el presidente Carlos Salinas busca reforzar estar pérdida en la creación del CONACULTA en un marco de políticas modernizadoras. El otro lado de la moneda ha sido la desregulación comercial, la liberalización política y la descentralización institucional.
III: Clase y cultura.
Para un productor cultural: ¿qué han sido estos treinta años de transición? ¿Por qué la balanza de la cultura (la Alta Cultura) sigue en favor de quien ya tiene beneficios acumulados? ¿Por qué la cultura -a través de sus instituciones- sigue siendo el discurso de la bellas artes que deja en la periferia a todas aquellas expresiones culturales no hegemónicas-canónicas-burguesas?
IV: Principio y fin.
La apertura del Museo Louvre en 1793 ha significado el traspaso de colecciones privadas de la aristocracia (los dirigentes del país) a “disfrute” público. El texto resaltado no es irónico. El paradigma legitimador es una pregunta: ¿cómo encontrar disfrute en un aparato civilizador generado en la acumulación despótica?