[ El cuerpo anacrónico ]
Este texto fue publicado originalmente en Artería,
suplemento cultural del Sol de Tlaxcala.
Febrero 07, 2017.
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Sobre la columna. et alia corpora: [y otros cuerpos], referencia a et al., formula empleada para indicar colaboradores en un texto; en este caso, es firmar con otras formas de representar el cuerpo.
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I: “El campo de batalla de los años noventa era el cuerpo: lo físico, no lo psíquico. La dimensión social surgía de las diferentes necesidades de relación entre los cuerpos. Los encuentros eran colisiones de carnes, de cuerpos que jugaban con su vida. Pero el problema más grande del cuerpo es su deseo de reunirse con el otro: sea por la conquista, sea por la sumisión. Se trataba de defender el cuerpo contra el abuso involuntario, contra la apropiación, las heridas, la transformación en mercancía. Y se trataba de sentirlo, de reencontrase en él, aunque fuera hiriéndolo o destruyéndolo. Se trataba de abandonarlo y sobrepasarlo (transexualidad, coca, éxtasis, speed). Lo ideal era tener tantos cuerpos como fuera posible y sublevarse o sucumbir. El cuerpo era el último bastión de la autonomía y la autodeterminación”. Ápud Anja Dürrschmidt, Les histoires inscrites dans les corps", 2004.
II: Judith Buttler entrevista a su amiga Sunaura Taylor, una mujer con artrogriposis. Saber si en el lenguaje Taylor sale a caminar o da paseos es el tema central de esta reunión, pues ella utiliza una silla de ruedas especial para moverse. Se mudó a San Francisco porque la ciudad ha modificado justo su espacio para no ser un impedimento al tránsito. Taylor no es una pionera y eso lo agradece. Buttler le pregunta entonces si la discapacidad (disability) no es la forma social del impedimento (impairment).
Para Buttle discapacidad y género convergen desde la pregunta de Spinoza, y citada por Deleuze: ¿qué puede un cuerpo? Y no lo que usualmente se pregunta: ¿qué es un cuerpo? Esta última responde al discurso de la ciencia: lo mide, lo cataloga y lo pone en un estante. La primera, responde a un grupo de personas que no se conforman con esos ideales, standars.
Para mí es aquí donde entra a escena el arte queer. Pues transtorna los parámetros de la fórmula binaria masculinidad-feminidad y pone sobre la mesa el anacronismo del cuerpo. Estas categorías son síntesis acumuladas para el progreso económico. Pensemos, por ejemplo, cómo Foucault relata que la recámara matrimonial es el único lugar permitido para las relaciones sexuales; el burdel, por el contrario, distraerían al cuerpo como fuerza laboral en la cadena productiva.
Al igual que Taylor, el cuerpo es un asunto de darse cuenta de la discapacidad a la que son sometidos los disidentes sexuales. Pues el cuerpo es un montaje de tiempos disyuntos: masculino y femenino son las ruinas de otros cuerpos explotados.
*
Quiero finalmente parafrasear la pregunta ¿qué puede un cuerpo?: ¿cómo puede dar cuenta el arte del cuerpo? Ante su estetización, politizarlo. Esto es el arte queer.
1 . Examined Life with Judith Butler & Sunaura Taylor: https://www.youtube.com/watch?v=k0HZaPkF6qE.
Sobre la columna. et alia corpora: [y otros cuerpos], referencia a et al., formula empleada para indicar colaboradores en un texto; en este caso, es firmar con otras formas de representar el cuerpo.
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I: “El campo de batalla de los años noventa era el cuerpo: lo físico, no lo psíquico. La dimensión social surgía de las diferentes necesidades de relación entre los cuerpos. Los encuentros eran colisiones de carnes, de cuerpos que jugaban con su vida. Pero el problema más grande del cuerpo es su deseo de reunirse con el otro: sea por la conquista, sea por la sumisión. Se trataba de defender el cuerpo contra el abuso involuntario, contra la apropiación, las heridas, la transformación en mercancía. Y se trataba de sentirlo, de reencontrase en él, aunque fuera hiriéndolo o destruyéndolo. Se trataba de abandonarlo y sobrepasarlo (transexualidad, coca, éxtasis, speed). Lo ideal era tener tantos cuerpos como fuera posible y sublevarse o sucumbir. El cuerpo era el último bastión de la autonomía y la autodeterminación”. Ápud Anja Dürrschmidt, Les histoires inscrites dans les corps", 2004.
II: Judith Buttler entrevista a su amiga Sunaura Taylor, una mujer con artrogriposis. Saber si en el lenguaje Taylor sale a caminar o da paseos es el tema central de esta reunión, pues ella utiliza una silla de ruedas especial para moverse. Se mudó a San Francisco porque la ciudad ha modificado justo su espacio para no ser un impedimento al tránsito. Taylor no es una pionera y eso lo agradece. Buttler le pregunta entonces si la discapacidad (disability) no es la forma social del impedimento (impairment).
Para Buttle discapacidad y género convergen desde la pregunta de Spinoza, y citada por Deleuze: ¿qué puede un cuerpo? Y no lo que usualmente se pregunta: ¿qué es un cuerpo? Esta última responde al discurso de la ciencia: lo mide, lo cataloga y lo pone en un estante. La primera, responde a un grupo de personas que no se conforman con esos ideales, standars.
Para mí es aquí donde entra a escena el arte queer. Pues transtorna los parámetros de la fórmula binaria masculinidad-feminidad y pone sobre la mesa el anacronismo del cuerpo. Estas categorías son síntesis acumuladas para el progreso económico. Pensemos, por ejemplo, cómo Foucault relata que la recámara matrimonial es el único lugar permitido para las relaciones sexuales; el burdel, por el contrario, distraerían al cuerpo como fuerza laboral en la cadena productiva.
Al igual que Taylor, el cuerpo es un asunto de darse cuenta de la discapacidad a la que son sometidos los disidentes sexuales. Pues el cuerpo es un montaje de tiempos disyuntos: masculino y femenino son las ruinas de otros cuerpos explotados.
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Quiero finalmente parafrasear la pregunta ¿qué puede un cuerpo?: ¿cómo puede dar cuenta el arte del cuerpo? Ante su estetización, politizarlo. Esto es el arte queer.
1 . Examined Life with Judith Butler & Sunaura Taylor: https://www.youtube.com/watch?v=k0HZaPkF6qE.